Los callos, también conocidos como durezas u ojo de gallo, y de forma más técnica como hiperqueratosis, son una alteración cutánea causada por el engrosamiento de la capa más externa de la piel, ya sea en el pie, las manos u otras áreas corporales menos frecuentes. Esto se debe al aumento de velocidad de producción de las células de la epidermis o bien a la disminución de la eliminación de éstas. Como consecuencia, la capa de la piel más externa llamada capa córnea se hace más gruesa como mecanismo de defensa para no dañar las capas más profundas de la piel.
La forma más frecuente de aparición de esta alteración son los callos en los pies, aunque también pueden aparecer en otras partes del cuerpo que ya se han mencionado. Estrictamente, los callos, las durezas y los ojos de gallo no son lo mismo, aunque el proceso de formación es igual en ambos casos.
Por un lado, las durezas son más superficiales y pueden afectar a áreas más extensas de la piel. Generalmente aparecen durezas en los talones y no suelen provocar dolor. Por otro lado, los callos son más profundos y definidos y en algunos casos pueden llegar a ser muy dolorosos. Al tacto, la piel se nota reseca y áspera y presenta un relieve de consistencia dura. Además, pueden ser molestos a la hora de caminar o cuando se ejerce presión sobre ellos, pues suelen aparecer callos en los dedos de los pies, en la parte superior de estos y en la planta del pie.
Finalmente, los ojos de gallo son un tipo de callo que se forma sobre un punto óseo. A pesar de estas diferencias, los síntomas que producen los callos y las durezas son muy similares: piel endurecida con o sin bordes definidos, color amarillento, tacto áspero y sequedad.
La aparición de durezas o callos en los pies y manos puede ser debido a fricciones, irritaciones o presión constantes en la misma zona de la piel. Esto puede estar relacionado con el tipo de calzado que se utiliza o bien con alguna deformidad propia de la persona, la costumbre de hacer una mala pisada o sujetar objetos con las manos o escribir de una determinada manera. El calzado inadecuado con una punta muy estrecha o los zapatos de tacón predisponen a la formación de callos en los pies ya que oprimen el pie y los dedos. Asimismo, el poco uso de calcetines o el uso de estos mal colocados o arrugados también puede potenciar su aparición. Otra causa importante que muchas veces no se tiene en cuenta y que también provoca callos o durezas es la deshidratación. También es un factor de riesgo para presentar estos problemas el hecho de tener juanetes o dedos del pie en forma de martillo.
En caso de tener diabetes o alguna enfermedad que pueda disminuir la circulación sanguínea en los pies, el riesgo de tener complicaciones a causa de los callos o durezas es mayor. Es por eso por lo que desde la oficina de farmacia recomendamos acudir directamente al médico si se padece una de estas enfermedades para recibir el tratamiento más adecuado y personalizado. También es aconsejable dirigirse a un especialista cuando este problema de la piel se vuelve muy doloroso o se inflama.
Para saber cómo eliminar callos en los pies o bien prevenir su aparición si ya has empezado a notar alguna dureza, las siguientes recomendaciones te serán de gran utilidad:
- Utilizar calzado apropiado que no haga excesiva presión sobre el pie, evitando los tacones altos y otro tipo de calzado opresivo.
- Alternar el calzado para evitar que el roce no se produzca siempre en las mismas zonas del pie.
- En caso de haber una alteración en la distribución del peso o bien deformaciones de la anatomía del pie lo más recomendable es consultar a un especialista. Éste podrá hacer un estudio biomecánico para determinar si es necesario el uso de plantillas personalizadas para disminuir la presión que se pueda estar ejerciendo sobre una zona concreta del pie.
- Evitar calcetines y medias de fibras sintéticas, siendo más aconsejable el algodón.
- Realizar masajes con cremas hidratantes específicas para evitar la sequedad y la descamación de la piel.
- Mantener una correcta higiene de los pies y secarlos en profundidad.
- Eliminar la capa de piel que está engrosada mediante productos como la piedra pómez o cremas exfoliantes que ayudaran a eliminar las pieles muertas.
- Utilizar apósitos hidrocoloides que facilitan la curación en condiciones de humedad y alivian la presión que provoca la dureza.
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